"Crepusculo" la saga de crepousculo
Bella Swan siempre ha sido diferente a los demás. Cuando su madre se casa por segunda vez, decide marcharse a vivir con su padre a un recóndito y lluvioso pueblo llamado Forks. Aquí conoce al misterioso Edward Cullen. Inteligente e ingenioso, Edward consigue atraer la atención de Bella y muy pronto entablan una estrecha amistad. Con el tiempo, Bella termina por descubrir el gran secreto de Edward: él y su familia son vampiros. No envejecen, no tienen colmillos y son físicamente perfectos. Preadolescentes consumidoras. Inocentes víctimas donde hundir el colmillo, carne blanda anestesiada de belleza y hormonas. A la Disney, la caja registradora de “High School Musical” le cayó del cielo, porque el éxito del instituto bailarín nadie lo esperaba. Pero en este caso la productora Summit Entertainment (interesante sello distribuidor de “Bridge to Terabithia”, “Babel”, “Once”, “Step Up”, “In the Valley Of Elah”, “Michel Clayton”, etc) sabía muy bien lo que hacía, y cuidando los –baratos- detalles ha conseguido armar una -presumible- franquicia con buenos pilares. Legión de fans de los libros de Meyer, y potentes redes virales, versión marketing a coste cero. Un tema -vampiros jóvenes- en plena época de cine de terror adolescente, y una historia de pasión imposible en tiempos del proselitismo virginal de Hannah Montana & Cía. Y por último la parejita, ellos dos, que dan el tipo:Bella y el bello, la niña mona desganada y el guapo misterioso. Con sus nombres tan chulos. Bella Swann y Edward Cullen . Él es malo, pero es tan mono. Entiendo que encandile a las niñas, que acostumbradas a la perfección de los Jonas y los Efron descubren aquí la atracción por lo inquietante, la palpitación ante lo prohibido. Y ella soy yo, la prota con voz en off pero también la cliente ideal, la que ha pagado la entrada y la que se sabe el libro de pe a Pattinson. La pena, lástima, es que en “Twilight” la mitad del tiempo sólo hay miradas, y cuando empiezan a hablar deseas que nunca hubieran abierto la boca. Es lo que tiene el febril amor de juventud, la devoción incontrolada al guapo de la clase o a la peli de Hardwicke, que para cierta edad está muy bien, que hay miradas del inmortal que matan, pero luego creces, y ya se sabe que la adolescencia es una enfermedad que se cura con la edad. Tranquilas: habrá otros colmillos ante los que caer rendidas. También con nombres sonoros, como George Clooney, Liberty Valance o Louis Vuitton. (Pablo Kurt: |
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